EHUR OHR

Triste verdad...

Tú no estás…

y esa es la más lacerante e hiriente realidad…

esa es la verdad….

tan difícil de concebir…tan dolorosa de reconocer.

 

No sé si deba comenzar a asimilar…

y aceptar que no tendrá vuelta atrás.

 

Lo más probable es que más nunca volverás…

ya no vendrás.

 

Y aunque cueste admitir…

es seguro que el destino lo había dispuesto así para los dos.

 

Así parece que tuvo que ser.

 

Es evidente que tu huida marcó el inicio del final.

 

Aquel día lapidario…

cuando te vi partir…se convirtió en mi mayor dolor,

en la más inexplicable obsesión,

en ese tormento diario…

de una lucha constante por olvidar,

en el reto cotidiano…tratando de sobrevivir.

 

Aún tengo presente…aquella tarde de nuestra separación,

parecía que debía tener un final feliz.

 

Todo era perfecto…todo sublime…mejor no podía ser.

 

Tú te fuiste a regresar,

te fuiste con boleto de retorno…

para volver a quedarte junto a mí.

 

Te fuiste tan solo a ordenar tu pasado,

a arrancar las cadenas que te ataban…

y hacer maletas para vivir nuestro sueño de amor…

para construir nuestro futuro feliz.

 

Y yo te creí…y te dejé partir,

pues estuve convencido que cumplirías la promesa de dejarlo todo atrás.

 

Estuve tan seguro de tu amor…de tu convicción…

porque tu pasión era tan grande como mi devoción,

porque tu ilusión se reflejaba en tus ojos verde otoñal…

y mi emoción se desbordaba al verte sonreír.

 

Tu mirada era pura…transparente como una fuente de sensaciones por descubrir.

 

Tus manos eran manantial de caricias para mi piel.

 

Y tu boca… ¡ay tu boca roja!, como me enloquecían tus labios…

tan solo de suponer tus besos sabor a miel.

 

Pero tú no estás…esa es la triste realidad,

y ahora sé que jamás regresarás…ya no vendrás,

y esa es la más cruel y atroz verdad.