Raúl Bonilla

Diciembre 3

I

Ocurrió de nuevo

La perfecta suavidad de tu piel

Cubrió la nocturna actividad con una montaña de fuego

En el claroscuro de tus cabellos, que dibujan hermosas líneas

Mis dedos recorren el éxtasis en su sendero

 

Dejamos de respirar al unísono

Y del profundo grito, emergimos juntos con las manos entrelazadas

Riéndonos cuando nuestros traviesos ojos se encontraron

 

El sudor y la excitación cubrieron nuestros cuerpos

Aunque afuera los alisios decembrinos

Enfrían los oscuros callejones de la ciudad

 

Con sonrisa juguetona me invitaste a no parar

Juntos volvimos a llegar al paraíso

En esta noche para recordar

 

II

Ella me pidió que no me arriesgara a rescatarla

Así quería descansar

En las oscuras aguas del remolino dejarse llevar

Pero yo no acepte verla ahí

Y no importó el cansancio

Y no me detuvo el desgaste en mi corazón

 

Junto a Ella sufrí al sentir su dolor

Y la llevé en mis brazos a la orilla de la playa

Con cariño la acosté en la arena

Con gusto le di el aliento de vida, aunque ya no tenía para mí

 

Y al ver sus ojos sabía que la había salvado

No preguntes por las razones de ir a buscarte

Todas las veces que te visité en sueños

Las veces que crucé el límite para estar contigo

 

No te preocupes si me ves cansado

No he llegado hasta el fin del horizonte

Ni el umbral de la muerte me detendría

Tu felicidad es más importante, porque es lo que me hace vivir

 

Todas esas veces que compartí tu angustia, y sentí tu vacío

Oscuridad y desolación

Soledad y depresión

Fue cuando te llevé en el corazón

 

III

En la tierra de las lágrimas ocultas

Donde esperaba encontrar mi propósito

Las mentiras son paredes muy altas

Y la fe se esconde entre las sábanas

 

El mundo se convierte en un instante

El amor desaparece en tu piel

Cada minuto termina en muerte

Cada vida acaba lentamente

 

Hay rincones terribles

Donde habitan los mendigos

Es la tierra de las fantasías rotas