Suciedad en el alma,
deseo borrarte así sin más
y no volver a recordar que exististe
perturbando mi calma constante.
Soy un hombre armado de sus razones
contra un cielo sin estrellas
en que naufrago siempre por las noches
buscando un reflejo de su sonrisa
sin par en el mundo...
Suena la música
que tanto hube oído
en mis sueños
mientras me hundo muy lento
en el ritmo de mis respiraciones,
y esto es lo único que me mantiene a salvo
cercado por las balas
en un episodio del sopor,
por las balas transitorias
hacia mi eterna herida,
la del miedo
que te tengo cuando así te pones
hablando solo con las sombras tenebrosas
de tu entorno:
-Yo soy Alejandro, ¿cual es tu nombre?
Dímelo antes de que nos alcance este ocaso
que ha de dejar las cosas bien lustradas
en su sitio anterior a esta tormenta
que sacude los seres en el fondo.
El olvido, tangible,
aflora a mis intenciones.