Le he dedicado un canto a la eternidad que yace trémula e impavida en tus ojos, pues, pareciera que ella guarda miles de besos que recalaron desde los recuerdos de antaño. Pero ¿qué sentido tiene ser eterno si en tus pensamientos yo quizá duraría solo minutos? ¿Será que esos mismos minutos sean eternos en la dimensión vasta de tus ojos? ¿Será acaso de que otro universo se guarda en tí esperando a ser recitado como melodía de un dulce poema de amor?
Quizá mis respuestas permanezcan a la espera de tus palabras, aguardando escaparse entre los movimientos de nuevos besos por las comisuras de tus labios, pues, de seguro que en ellos mis recuerdos serán en tí más que suaves caricias dadas a tu cuerpo desnudo en una noche de pasión y locura.
Si tú supieras cuánto es que anhelo la eternidad de tus ojos. Tal vez así te guardarías para ser recitada entre los versos de mi poemas que enloquecen por tí, por cada minuto que te observo en silencio, ya que siempre estoy seguro de que solo en ellos sé ser eterno más del tiempo que yo espero. Por lo que así, quizá en una noche cualquiera de estas, yo entre a escondidas por tu ventana, que sé que siempre ha de estar esperando mi llegada; te desnudaré con el tiempo finito que se pierde en mis labios movidos por esa locura que tú misma les provocas, y serás eterna más allá de las rimas de mis caricias, en donde yo de seguro seré eterno también más allá de la memoria de tu cuerpo desnudo, que es donde me consumiré entre las llamas de este fuego eterno que se perderá en tu propio universo dado en un éxtasis de lujuria y pasión, con tu sudor en medio de mis eternas caricias.