A vos poetiza
que regás con tus lágrimas
los fértiles campos
de la sensibilidad.
Después de labrarlos
con lamentos punzantes
y estrepitosas quejas,
capaces de remover el universo.
Vos que con tu canto
hacés tambalear la verdad
o la hacés inamovible.
Que te hacés imprescindible a todo
y ajena a la ausencia.
Tu imagen
impregnada en el aire
y dibujada en el cielo
enmarca la vida.
Tus ojos ven
lo que yo no puedo
y me lo cuentan todo
en tu sonrisa.
Y ese corazón
ardiente y enigmático
que ilumina mi andar,
ansioso de vida,
casto y aventurero,
atravesando siempre
la mar del deseo.
Ahogado en la esperanza
de lúdicos
y románticos momentos.
El que desnuda sin temor tu alma
paseándote por la felicidad
de sentir y poder expresarlo.
Enloqueciendo
a este frágil corazón mío
que venera tu esencia femenina.