I
Déjame ver en tu interior
Montaña rusa donde vuelvo a desear aventura
El suave contorno de tu rostro
Altar de los colores del inconsciente
Brújula imaginaria
Océano de lava que al hacer erupción quema el cielo y las estrellas
Eres quien controla la realidad y transforma el aura metafísica
Destruyes los árboles del bosque
Fuerza natural de mis ancestrales herencias
Luz fría desesperada
Ahí en tu interior
Germinan las hadas y ángeles imaginarios
Compañeros irreales que ocultan los secretos
Y en esta fría noche de Diciembre
Mi nombre penetra en tu vientre
Detonante espiritual
De mil voces el aullido invernal
II
Pasan los días
Y las noches se esconden
Los latidos de la aurora, los sonidos de la neblina y el frío del silencio
Caen desde la cima de la montaña
Ella sabe que no necesito hablarle
Incluso a la distancia puedo escuchar sus sueños
Mirando sus ojos
Nuestros labios no se mueven
Aun así hay diálogos interminables
Sobre el límite de la eternidad
El aroma de la tristeza
Los fantasmas ciegos de la ciudad
Las luces multicolor de la fortaleza
Vivimos pensando
Hay distancias que son cortas
A pesar de los kilómetros
Hay caminos infinitos
Que seguimos recordando
Algunos son como ir al cielo
Los que caminé contigo
Son aún más perfectos
III
Esas caras de sorpresa o preocupación
¿Qué te pasó? ¿Adonde se fue la carne?
Lentamente voy desapareciendo
Una a una las hojas del árbol de la vida van cayendo
No hace falta que sepan la verdad
Es la pálida piel la que puede delatar
Cada día es un paso más cerca del final
Son las voces, dulces y con sentimiento, pidiendo que me cuide
Algunas sentirán el vacío
Otras en silencio y con el corazón roto
Se acercarán a buscarme en medio de la lluvia
El sonido del recuerdo
Se apagará algún día
Yo se que el libro está por acabar
Son las últimas palabras que quedan por leer
Disfruta las últimas rimas
En muchas de ellas te podrás reflejar
Hay otras que no pudieron rimar
Porque la soledad no me dejó terminar