En el mundo de las ilusiones, una confabula con simulaciones adversas y conversa con la fina y tenue y crepuscular cápsula de sustancias que te ayudan a tararear la campanella.
Entonces uno entra en la tragicomedia del fraude ficticio de los deseos que al final no se cumplen.
La vida es mejor en mi cabeza. Me digo a interpretación de mis conceptos cambiantes y bobos.
En el mundo de las ilusiones soy la mujer perfecta. Y uno ya no piensa en las adversidades a las que una misma se mete por cuestiones de poco sentido. Y lo que digan o piensen los demás de una misma ya no me define, ni me inmoviliza. Mi circulo espacioso ya no me asfixia.
Una es acogida por el amor recíproco.
Una quiere a quién lo quiere. Y una se sienta en la mesa de la plenitud.
En el mundo de las ilusiones a uno no lo apuñalan por la espalda.
Una no lastima ni es lastimada.
Jamás conocí los pecados mundanos en el mundo de mi imaginación.
De hecho, el mundo es muy habitable, demasiado amable con las circunstancias y acaricia los años de mi existencia.
En el mundo de las ilusiónese yo me emancipo en un poema cualquiera, y mi afecto está arraigado a quien su merced mande.
Y por fin estar sola es un gran logro. Porque logre la independencia bendita.
Y me conozco. (En el mundo de las imaginaciones bellas que se cantan con esperanza en mi cabeza).
Porque en el mundo fuera de las ilusiones una se ve al espejo y ya solo reconoce siluetas.
Nunca vi belleza ni fealdad, solo una simple mujer hecha tierra.
Ahora escombros.
Un ser que busca algo, pero que no logra encontrarlo.
El equilibrio.
En el mundo de las ilusiones, la muerte no toca a nadie, y crecen muchos árboles sobre los bordes de mis tierras, y llovizna una brisa amena, apenas imprudente solo para alimentar las plantas que brotan, embellecen y alimentan. Y por las noches, se emancipa el cielo de estrellas, y la luna esta redonda y clara.
Ya mis pensamientos al fin son sensatos. Sonetos a punta de complacientes melodías.
En el mundo de las ilusiones nadie muere de hambre y el trabajador tiene el pan justo en su mesa.
Las ambiciones no nos corroen las entrañas ni nos perturban antes de dormir la cabeza.
En el mundo de las ilusiones…
la realidad viene a destrozar cualquier tipo de utopía.