Al entrar en tu habitación
te he sentido y me he gozado
Todo en mí se debilitó
me sentí volar en tus brazos
y mi boca de alabarte no cesó.
Desnudo fuí, pobre, miserable,
sin ti perdido divagando estuve,
y mi andar solo fue de perdición.
¡Oh! ven consolador, promesa mía,
muéstrate con poder mi Señor.
Déjame entrar en tu habitación
cada día para no faltarme
por siempre de tu unción.
Renovarme en tu compasión
y forjarme en tu amor.
Es tu habitación mi morada
y mi cámara nupcial.
Que a precio de sangre nací
sin romper la matriz,
me diste vida y lágrimas de ti.
Lloré en tu habitación
tan profundo que gemí.
Aún mis huesos comprimí
y el dolor en grito salió,
tan sublime, ¡libertad se oyó!.
¡Oh! es tu habitación
de muros tan altos.
Abiertos de par en par
para el que quiera entre
en tu santo templo.
¡Oh! Santo, Santo, Santo.
Sublime, Sublime, Sublime.
¡Ay! Abba, Abba, Abba.
Eli, Eli... Eloi, Eloi...
Ab imo pectore.
En tu habitación hay
plenitud de gozo.