Hay un espacio vacío,
quizás un purgatorio
o el cielo mismo.
Soñé a alguien
sin rostro,
sin voz,
En resiliencia absoluta tras las pequeñas e inevitables
muertes que atraviesan tanto;
podría decir que todo,
no una vez,
dedicado a quien resurge del ácido del alma
para recrearse así mismo,
apellejado y adolorido
dando frente.
Coincidir
para compartir una ilusión,
un mismo latido,
quién sabe si al mismo punto.
Atravesé la vida y en dos momentos apareciste tú.
Entre el juego del tiempo y sus desventuras.
Nos encontramos por tercera vez.
No sabía que podía ser yo quien alegraría el jardín de tu madre...
El presente se convirtió en oro y no me quedó más que agradecer a Dios.
Los nervios que parecen eternos
Y ni sabemos qué significa o si exista
Pero lo eterno nos convierte en gatos a los pies de la cama, que maullan a deshoras.
Y creo que... somos uno.
Existimos.
En un mililitro
En un milímetro
En la paciencia de esperarnos tantos años...
y desvanecernos en los pedacitos de nube
donde tu padre nos saluda de lejos,
donde me miras, acurrucada en tu hombro derecho
y me alimentas de ti.
Te soñé...
de verdad.
Te soñé.