J Alfredo MV

Inconsolable

Parece curioso cada instante

desde el comienzo hasta el recuerdo,

desde el deseo hasta el repudio,

los inmensurables momentos de lucha,

de cooperación y dicha

hasta las salidas solitarias

en que la suerte nos hace danzar.

 

Vivencias lamentables en que la rutina

que con tanto esfuerzo generamos

tenga que ser desmoronada,

una contradicción ante lo propio

y el destino, tener que esfumar

aquello que anhelamos conservar

para el resto de la existencia,

Cada duda resuelta se paga

con cada lágrima que rueda por la mejilla

o por las sienes en la jornada de la tristeza

cada beso y cada caricia son justiciados

por caca momento de soledad o nostalgia,

tras nuestra suerte o nuestra la calma,

como una deuda que no saldará

en este plano físico,

más una vez saldada, se ha de convertir

en una dicha, el poder volver a ver esa mirada,

esa sonrisa, escuchar nuevamente su tono de voz

o su risa, en cualquier lado, en el momento adecuado,

una auténtica bendición poder volver a verle

sin tener que recordar y encontrarle nuevamente

de manera casual como un hubiera que jamás ha de ser

costear con cada suspiro y con cada palabra

el placer de haber de olvidado