PENSANDO…
¿Lo habrías pensado alguna vez? que estaríamos más de dos años viviendo una pesadilla: La famosa pandemia, el COVID 19 y todas sus variantes.
En este encierro obligado, me sentí desesperada por caminar libre por la calle, sin máscara, disfrutando de la naturaleza. Me vi obligada a leer y a buscar algo que me motivara a seguir viviendo cada día. Era como si Dios cerrara la tierra y todos desaparecimos de las calles. Por momentos parecía como si hubiese llegado el fin del mundo. Muchos replantearon sus vida y cambiaron sus prioridades. Y tal vez me pregunto yo, ¿no fue Dios quien nos obligó a mirar al cielo, buscando Su rostro? Muchos se devoraron videos de las profecías de los últimos tiempos y se interesaron en la Biblia. Es cierto, en el libro sagrado hay muchas profecías que hablan de pestes, rumores de guerras, terremotos y más. O sea, que la Biblia tiene la respuesta. Al menos para mi.
Pareciera que Dios respondió al clamor de los niños que deseaban tener a sus padres cerca. Lamentablemente muchas familias no estaban acostumbradas a estar reunidas en un mismo lugar por mucho tiempo. Tuvieron que aprender a vivir de nuevo y muchos no lo soportaron. Por un lado separaciones y abandonos. Por otra parte, hubieron reencuentros valorando el día a día como especial tesoro.
En ese tiempo de encierro, estuve más cerca de mi misma. Hice cambios radicales y decidí vivir y disfrutar del cada día. Pensar en el futuro o hacer planes a largo plazo los he descartado porque en cualquier minutos la vida cambia. Dios no, El sigue igual. Su mirada me cautivó aún más y con seguridad puedo decir que Dios está al control de mi vida. En un minuto de silencio pude escucharlo en mi corazón decir, yo sigo aquí, escuchando y tocando tu puerta. ¿Qué puedo hacer para que me mires a mi? Ahora más que escuchar, quiero hacer Su voluntad recordando las promesas divinas que un día hizo para mi y para ti también.