Cómo entender al corazón
que ha caminado plácido
por los senderos del amor
y del placer
y sin embargo,
busca afanado
nuevos horizontes,
como si se sintiese inconforme.
Palpita incesante
por todas partes,
estremece y entristece,
pero no se marchita.
Se muestra ansioso
como si sus días
estuviesen contados,
como si se alejase la vida.
Reclama su insoportable
necesidad de amar.
Mas su afán le regocija…
¡Pero acusa dolor y fatiga!
Se siente infiel,
aventurero y desjuiciado.
Su inquietud lo conduce
hacia el desequilibrio.
Le será difícil ―entonces―
soportar la tentación
y controlar su voluntad.
No podrá ―jamás―
contener sus ansias de saborear
las dulces mieles del amor.
Y chocarán
sus principios con los deseos,
y temblará la gran estructura.
Y esa fuerza infinita
doblegará los sentimientos,
lentamente agotará su compromiso.
Y la mustia calma
se convertirá ―repentina―
en dolorosa tempestad
ofreciendo su reino
a la tentación,
liberando la inevitable llama
de la pasión.
Entonces el corazón
ni siquiera sabrá reconocer
si su pecado es dulzura de amor
o lujuria.