Dante Verne

Albor

Albor de sangre pide la mañana,

por donde sube el brillo moribundo,

su luz pare cristales en el mundo

y deja un desafío en la ventana.

 

Crepúsculo, temblor que llega y gana

sucias mejillas, cúmulo profundo

donde el mar gris crepita furibundo

y su bosque quemado nunca sana.

 

La ecología muere malherida

de incomprensión fatal en la constante

que se ciñe a las venas de la vida

 

donde rompe el febril flujo frustrante

de una humanidad dada a la huida

de ir como cruel Atila hacia adelante.