Es tu cuerpo una llama
en el candente sortilegio de mis manos
que repasaron leves
desde tu cuello
todo el contorno flameante de tu fuego.
Eres tú la necesidad donde en mi boca
se encendía la pasión sobre mis labios…
tienes tú el necesario calor
para avivar el fuego de mi espacio.
Las cenizas quedaron
esparcidas sobre tus blandos senos
sobre tus muslos mis manos
se acercaron calladas a tu sexo
¡fue cuando entonces la llama se encendió…!
Al robarte de tus labios aquel beso
-cuánta intimidad en el silencio-
¡Fuego mío…!... Amor mío
devuélveme en cenizas el recuerdo.
Porque amo el ímpetu de tus manos
sobre mi pierna triste
¡¿cuánto fuego hay en ti?!
Que ardiendo has dejado mis brazos
sin tus manos.
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