A veces cuesta
decir lo que se siente,
eso me dices.
Y yo te entiendo,
lo sé porque me pasa
y esto es terrible.
Labios cerrados
se muestran temblorosos
con el silencio.
Callan el grito
que aflora en su garganta
sin darse cuenta.
Y entonces llegan
las lágrimas rebeldes
al corazón.
Lloran las almas,
también lo hacen los ojos
y las estrellas.
Se unen los mundos
al llanto y al silencio
de tu persona.
Y en el otoño,
que está casi marchito,
oigo tu voz.
Me canta el río,
y vuelven los recuerdos
con su nostalgia.
A ellos me aferro,
y busco los retales
de tanta magia.
Es el poema,
sin nombre de la vida,
que va en nosotros.
Por eso grita,
no calles lo que sientes,
dilo en tus versos.
Rafael Sánchez Ortega ©
19/12/22