A sus ojos azules y serenos
hoy mi verso romántico dedico;
y su encanto divino vivifico
con la luz, de la cual se encuentran llenos.
A sus rayos magníficos y plenos,
como al rayo de Dios los califico;
con pestañas que sirven de abanico
a deseos lujúricos sin frenos.
Sus pupilas, lagunas de ilusiones
donde flota un ensueño sibarita;
me despiertan las mórbidas pasiones
que poseen el fuego de Afrodita;
y embriagado en sus párpados saltones
mi delirio de amor, febril musita.
Autor: Aníbal Rodríguez.