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**~Novela Corta - El Llanto entre Aquel Valle - Parte II Final~**

Cuando la joven ve el paisaje enfrente de ella, se dio lo más conmísero de una sola verdad, cuando en la canoa quedan varados allí en el mismo centro del valle en el sur del pueblo. Cuando en el instinto se vio frío como el álgido momento en que se vieron efímeramente atraídos por el valle y por el regalo majestuoso de su paisaje. Porque cuando en el alma se creó a toda una vida en ese hermoso valle se siente como el delirio frío de observar el paisaje como un bello atardecer en esa canoa donde la sangre de la joven quedó impresa con los rayos de luz de ese sol que le alumbra desde el cielo mágico en ese valle en el sur del pueblo. Y la joven quiso ser como la más buena manera y tierna de creer en el alma una sola verdad insistente en poder dar una sola verdad casi incierta. Y la sangre de la joven petrificada en la canoa, como si hubiese sido en el mismo momento en que el sol la había resecado con su luz, pero, no, si era sangre viva y en ese mismo instante frío. Y en ese mismo instante se vio atormentada y con un aire en desaire automatizando la espera y tan inesperada en dar una sola solución a su corta existencia. Y, la joven, de apenas quince años se vio triste y mal sosegada cuando vio la punzada letal llegar a su pecho con un corte sesgado y oblicuo, pero, muy mortal y la joven cayó como desmayada en la canoa, dejando caer la sangre de su cuerpo y más de sus venas en esa canoa donde el sol le resecó la sangre y con una plétora y tan abundante como el haber sido ultimada por una letal punzada de incierto desastre. Es verano del ‘68, un verano claro y radiante y en una buena claridad se automatizó la espera y tan inesperada de creer que en ese centro del valle en el sur del pueblo, cuando en su afán de creer en ese sol imperioso fue un sol lleno de lluvias descendentes cuando en su acometido fue un llanto y un sollozo mal inconsciente que derramó la joven callada cuando sintió la punzada fuerte y letal en su pecho. Porque cuando en el centro del valle quedó desmayada con una fuerte incisión en su pecho se desnudó de tiempo y de una pobre alma que quedó como el mismo momento en que se dio como el mismo instante en que la joven muere en el acto y el joven sin poder percatarse de ello. Y el joven con remo fuerte e inciso y remando hacia el norte quedó en el mismo centro del valle en el sur del pueblo. Y no quiso más que en ser el joven de la joven y queriendo amarrar el deseo y más la hazaña en recorrer el valle con la canoa del sur hacia el norte. Cuando en el trance de la verdad se aferró al desierto frío de creer en el alma con una sola verdad en que el deseo se fue de las manos de la misma joven que acaricia el paisaje en el valle en el centro del sur del pueblo. Cuando en el alma se vio sosegada de un espanto seguro cuando en el alma se vio insegura y de un sólo dolor. Cuando en el alma se vio como el instante impetuoso en querer amar la aventura de cada día y en cada noche que pasó en la canoa desnuda de espantos y de miedos adyacentes cuando quedó inerte, inmóvil y tan quieta como tranquilo el deseo y la vida misma en una muerte segura. Y el joven sin poder saber ni percatarse ni tan siquiera sospechar de que su mundo se le viene encima como de costumbre, cuando en el instante se entregó la misma fuerza en voluntad en querer amar la misma insistencia en querer entregar la vida y mas la mala suerte y de quedar varados allí mismo en el mismo centro del valle en el sur del pueblo. Y el hermoso paisaje quedó claramente y debidamente en su mismo lugar sin poder expresar la muerte de la joven y sin más ni más quedó instantáneamente muerta con una letal invisible punzada que nada ni nadie se ha percatado del llanto de ésa joven que habita en el valle en el sur del pueblo y queriendo derribar la fría historia como sacrificio o sortilegio de una leyenda, pero, quedó petrificada su vida como muerta en vida. La joven sin aún saber de esa punzada se debió a que era invisible y tan irreal como poder atestiguar la fría verdad y con certeza de haber embarcado en esa canoa a la espera de haber quedado varada en el mismo centro del valle en el sur del pueblo. La joven permanece quieta, intacta, inmóvil como queriendo sucumbir en un solo deseo en querer sobrevivir de ese mal percance y perecer allí mismo como un  naúfrago a la deriva en aquel centro del valle. Cuando la joven fue perdidamente muerta y más adyacente de dolor sin saber la suerte y esa punzada sin saber quién la perpetró. El joven por delante en la canoa remando con remo en mano no se percató de que la joven yace muerta detrás de él en la misma canoa. Cuando la canoa queda intacta en pleno del centro en el valle quiso ser como el mismo desafío, pero, quedan ambos atrapados en la historia del valle, como si fuera una película de acción y quedan inmóvil, intactos, inertes al perecer en el trance de ir en dirección hacia el norte edificando la mala suerte de haber quedado varados allí mismo. Cuando en el percance se vio tristemente mal herida la joven sin aún percatarse del mal evento funesto. Y tristemente se vio la joven perecer en la canoa. Es verano del ‘68, cuando el sol apenas comienza en un crepúsculo lleno de un sólo atardecer sintiendo la suave desafiante luz cuando en el imperioso momento cuando los jóvenes quedan atrapados en el valle en el sur del pueblo y su delirante sentido quedó sin sentido. Cuando en el embate de creer en el alma de la joven quedó sin sentir el fuerte movimiento al salir la daga punzante y letal por la espalda. Si ambos jóvenes sin poder mirarse a los ojos cuando reman uno por delante del otro sin poderse dar cuenta al costado del valle que yace la canoa en el mismo centro del valle. Es verano del ‘68, cuando el sol apenas comienza a dar sus primeros rayos del día cuando sin sospechar de que el mundo quedó inerte y con un profundo dolor con la muerte de la joven. En el titular de la noticia se expresa y se comunica que… “Una joven en canoa muere por una punzada letal en el valle en el sur del pueblo”. La noticia corre como pólvora sin estallar, corre como murmullo sin cesar, corre como insistente justicia por ésa joven que nadie sabe de cómo ocurrieron los hechos si en el tiempo quiso Dios que muriera la joven con esa daga letal entre su pecho dejando el llanto entre aquel valle enmudeciendo, con un inmuto perecer de que la joven muere en el acto y el gentío en el pueblo se abre en murmullo murmurando con posibles diferentes eventos de lo sucedido cuando en el momento y en el acto la joven de apenas quince años se dio mortífera y letal con una sola alma que el llanto no apagó ni zozobró en la canoa dejando entrever el deseo de hacer justicia. Y el pueblo imaginando sin sospechar de la historia en ese valle en el sur del pueblo. Una historia de vida y de un pasado adyacente a la realidad cuando el tiempo retrocede como no es adverso el tiempo. Y como un impetuoso momento se desgarra la situación de la muerte de la joven cuando en el altercado o en la reyerta de creer de que esa muerte queda impune como si fuera la muerte que nadie hubiera perpetrado. Cuando en la camorra entre la gente y la muchedumbre en ese valle fueron todos investigados como testigos por la muerte de ésa joven que muere vilmente en la canoa en el mismo centro del valle en en el sur del pueblo y dejando una estela de sangre en plétora abundante seca con los rayos de luz de ese sol en testigo. Y sin poder imaginar el desenlace fatal de una vida como la de la joven de quince años, la cual, muere a consecuencia de una vil punzante daga como la flecha letal y fatal de un indio. La fuente de investigación se debió de entretejer con la evidencia que hubo en el acto y en la presencia del joven que aún no se percata de nada cuando el joven queda atrapado aún remando en el centro del valle y con la joven muerta en la misma canoa que él rema aún. Cuando los ojos del joven quedan inertes por el tiempo transcurrido entre el tiempo, el ocaso y la noche y él varado allí remando aún. Cuando en el ocaso se vio inmortal y tan letal como poder haber herido el corazón de la joven. Cuando, de repente, se vio el joven en un verano del ‘68, como el mismo sol que aún abriga y da todavía la luz al mundo. En ese mismo valle cruza el ademán frío y sosegado y con un temple imperioso de un imperio que soslaya en el mismo tiempo sin poder salir de allí. La joven, aún, no se percata de que fue herida mortal por una punzada daga invisible hacia su pecho hiriendo mortalmente a la joven y dejando un sollozo clandestino, fuerte, impetuoso, vivo y veraz en el centro del valle en el sur del pueblo. Cuando en el momento se vio intrascendente y sin poder hallar respuesta a lo sucedido cuando en la muchedumbre quedó como testigo sin ser testigo evidente de un cometido tan real como fue esa vil muerte de la joven en el centro del valle dejando el llanto entre aquel valle en el sur del pueblo electrizando el acometido frío, indeleble e intransigente cuando ocurrió la fatalidad de la muerte de la joven. Cuando con una locura se siente como tan suave el delirio frío de envenenar el fatal desenlace. La joven quedó muerta de miedo, de temor, de un sollozo temeroso y de un final dejando un sólo llanto entre aquel valle demostrando la súplica de un valle enamorado de un hermoso paisaje y sucumbiendo en el delirio desafiante de entrever una sola razón perdida entre el sollozo de aquel valle. Si la joven sin consuelo alguno quiso sentir en su pecho ilusión iluminando el deseo de sentir la vida sin muerte alguna.  Y el inmortal paisaje se vio trascendental como una sola insistencia y verdad queriendo atrapar el cuerpo de la joven entre esa canoa, el remo y el hermoso paisaje. Cuando la sangre de la joven quedó petrificada, inerte, inmóvil, deseada y sintiendo la sangre en las venas inmóvil. Y sin poder mover a su cuerpo quedó atemorizada de un espanto como la mala suerte y de entrever el destino fugaz como la paz que existe en ese valle. Cuando en el embate de creer en el trance o en el trayecto en remar en dirección hacia el norte se fue por donde se pasea inmóvil la canoa en el mismo centro del valle dejando estéril al corazon de la joven muerta en la canoa. Porque cuando en el percance del dolor en el pecho de la joven se sintió como una triste desolación, un amargo dolor y como un débil acto en que la joven pierde a su vida. Porque el joven no se percata de que la joven está muerta sin imaginar el terrible fatal desenlace. Y el valle en el verano del ‘68, está como un precioso y hermoso paisaje, pero, tan doloroso como a su pecho herido y como una cruel insistencia de la vida se vio el joven en un mal desenlace fatal, cuando la muchedumbre lo vio salir de la canoa cuando la autoridad lo divisa como sospechoso del crimen de la joven, pero, el joven sin percatarse, aún, con sus ojos abiertos remando en la canoa en el centro del valle en el sur del pueblo cuando la canoa va en dirección hacia el norte. Los jóvenes sólo desean aventurar la aventura en canoa, pero, la fatalidad llegó en un sólo infortunio doloroso como esa vil daga filosa y letal en el pecho de la joven hiriendo a muerte su vida en una muerte segura. Porque cuando la joven se da cuenta de que el tiempo ocurre en el momento frío sin poder creer en el alma fría, descendente y eficaz en el trance de morir de electrizó la manera de haber amado a ése joven sin importar y haber quedado muerta y haber dejado el llanto entre aquel valle como murmullo de un llanto, el cual, se hace y delira con un desafío y era haber muerto en vida cuando en su afán de obtener la vida se aferró más la joven a la vil muerte. Y dejando caer en el imperio soslayando una sola pena desde su propio interior al caer en un trance delirando en un fuego funesto y en el trance del delirio impetuoso de un ademán frío y delirante sin poder creer en el embate de dar en el alma una sola insistencia. Y en poder creer de que la canoa lleva sangre de la joven tan seca como el mismo sol del verano del ‘68, cuando ocurre el fatal desenlace sin saber quién perpetró el vil crimen dando por hecho de que la aventura quedó en trágico infortunio. La tragedia de la joven en la canoa que lleva sangre de ella sólo se intensificó en dar una sola encomienda y fue atraer con sangre a ese sol del verano del ‘68, cuando ese sol se vio tan candente y pasional como ese amor en la canoa dejando un ritmo en el corazón como el latido de su sangre en la canoa. Es verano del ‘68, cuando ocurre el fatal desenlace en dar con una sola encomienda el fulgor y el radiante sol, el cual, es testigo fuerte, tenaz y audaz en creer en derribar los ojos del joven que la acompaña porque en el delirio funesto se entregó la luz de los ojos del joven cuando queda remando a la canoa en el mismo centro del valle en el sur del pueblo en dirección hacia el norte buscando planear a la aventura en ese valle y quedó el joven con los ojos inertes mirando siempre al norte y se sintió el joven como el vil perpetrador del crimen cuando el llanto de la joven quedó inerte entre la canoa y el valle. Es verano del ‘68, cuando de pronto, se vio triste, ambigüo, y deambulando como un joven desertor de la vida por perder la vida de la joven en la canoa dejando su sangre petrificada como un sólo torrente de malas sensaciones cuando el llanto aviva como una forma en dar solución a la respuesta de ese sol que seca a la sangre de la joven cuando en el tiempo y más en el ocaso de esa tarde se entristeció de espanto seguro de amar bajo el sol en la canoa entre ambos jóvenes y quedando frío y sin más poder que el mismo sol. Cuando en el alma de la joven quedó mal herida, sosegada, impetuosa y dolorosa por esa punzante daga letal invisible que cruzó como ella el valle cuando en el mismo centro del valle siente haber muerto. Si la joven trató de ver el sol a su costado, pero, los rayos del sol la ciegan de tal forma en que el sol fue testigo ocular de una muerta tan segura como haber cruzado el valle y haber dejado el llanto entre aquel valle en el sur del pueblo. El joven con el sol en los ojos oblicuamente quedó como un cielo con sol llorando de pena sin lluvia que demuestre ser testigo del mal suceso. La joven sin poder gritar ni expresar su sentir con la daga invisible en su pecho se electrizó la forma de dar una mala y débil muerte sucumbiendo en la zozobra del tiempo en esa canoa. Y sin importar caducar el tiempo en que se siente el sol como testigo sin poder expresar lo ocurrido en la canoa y sin perder de vista el norte cuando la canoa se dirige hacia el mismo centro del valle sin poder mirar el cuchillo del indio en medio del valle. Porque en el trance dilucidado se siente el sol ocular viendo u observando el vil crimen. Cuando, de repente, se vio intransigente, delirante y efusivamente maltrecho como un zaguán solitario en creer en la conmísera mala situación en que ahora y en adelante vive el joven. Porque el sentido dormido y adormecido como una inyección letal le adormeció el sentido al joven como el bronceado de sol en la piel. El titular de la noticia expresó que… “Una joven en canoa muere por una punzada letal en el valle en el sur del pueblo”, y el titular no se equivocó cuando sí fue una punzada letal que hace herir a la joven de muerte segura cuando en el momento se vio muerta por una letal daga en el pecho cuando en el trance de la verdad se vio fría como un cuerpo muerto que yace detrás del joven en la canoa en el centro del valle en el sur del pueblo buscando siempre al norte. Cuando en el alma de la joven quedó atemorizada de un dolor mal inconsecuente que le debió de haber costado la vida. Cuando en el altercado frío entre ambos jóvenes se vio toda la razón deliberando la camorra del llanto entre aquel valle y se ofreció el delirio delirante en poder creer que el llanto le pertenece a la joven que viajó en la canoa con un joven. Porque en el trance de la verdad se vio tristemente en la canoa la joven en el verano del ‘68, cuando apenas comienza la vida embarcando hacia el norte y sucumbiendo en un sólo delirio y tan funesto como sin poder perder de vista al sol de ese verano del ‘68. El alma y el ser de la joven se petrificó en la espera automatizada por saber quién fue que le arrebató la vida en un instante en abrir y cerrar de ojos, como los ojos del joven que quedó varado en el centro del valle en dirección hacia el norte y esos ojos quedan inmóviles como el sol en la piel. Y ese bronceado en la piel quedó inerte, imborrable, indeleble y mortífero en que el alma de la joven quedó tiesa de espanto al sentir la daga punzante en el pecho muriendo en el acto. Y se electrizó su forma en creer en el alma esperando por el tiempo en que sucede lo inesperado en esa canoa sucumbiendo y zozobrando en un mal desafío de aventura que fue un infortunio suceso fatal en la canoa. Cuando la sangre de la joven quedó inerte en esa canoa por encomiendas de ese sol como testigo de ese vil crimen cuando el sol resecó la sangre de la joven en la canoa y siendo el mismo sol del verano del ‘68, un fiel ocular y visible al observar la terrible escena de una punzante daga letal e invisible en el pecho de la joven. Cuando la joven cayó rendida, desmayada e inmóvil en la canoa remando siempre hacia el norte buscando una aventura que quedó en desventura cuando en el altercado frío y gélido se vio intransigente en una dirección en aventura cumplida demostrando que en el tiempo pudo remar hasta el centro del valle. Y se formó la batalla en el instante en que se siente como el mismo desafío impetuoso e inmortal buscando siempre una aventura y fue la batalla de un indio contra otro indio en el centro del valle en el sur del pueblo mirando, observando y sintiendo el delicado e invisible puñal letal y mortífero en el pecho de la joven. Cuando en el instante se siente como el paisaje en el alma de creer en el embate de ese sol como testigo ocular, pero, siendo enmudecer sin poder hablar. Como el vaivén de tener el trance de lo imperfecto en la canoa sintiendo el suave y delicado puñal en el pecho, pero, socavar en el delirio desafiante en cruzar el valle, porque el delirio se fue de las manos cuando la joven siente el puñal invisible e indeleble de llegar hacia ella. Y en el mal percance de creer en el sosiego automatizando de una sola espera se dio lo más impetuoso de creer en el alma una sola verdad. Cuando en el ademán tan frío se vio el joven como el desastre en poder creer en el alma sin mirar hacia atrás teniendo un cuerpo muerto detrás de él en la misma canoa en que viajan ambos jóvenes. La paz, el ser, la sed y la incertidumbre hacen de lo suyo una sola mala insistencia en poder creer que es el verano del ‘68 con la batalla siempre directa en el mismo corazón en el centro del valle con el indio contra indio en el mismo medio del valle y demostrando que en la camorra se dio lo más funesto de todos los tiempos cuando el joven mira al sol por el costado sabe que está varado allí mismo en el mismo centro del valle. Cuando, la joven, en el altercado frío se siente como el mismo insospechado momento en que fue ultimada por una daga tan letal como el cuchillo del indio en medio del valle en el sur del pueblo sin saber que murió perpetrada por una daga letal en el pecho. Y el indio contra indio hacen una batalla mortal en el trance de lo inmortal en el centro del valle en el sur del pueblo cuando en lo directo del sol quedó como testigo y del reflejo de ese cuchillo en el mismo centro del valle y sin poder advertir quedó mudo el sol. Porque cuando ese cuchillo va directo hacia el pecho de la joven cae desmayada la joven impartiendo lo efímero de un sólo desastre cuando el indio hizo batalla contra el otro indio quedando frío, mortal e inestable cuando la daga se automatizó la espera en el pecho de la joven. Y la historia quedó como un imperio soslayando en el silencio en el valle en el sur del pueblo y el llanto entre aquel valle quedó atemorizado, con miedo y con temor y con un horror de espanto en medio del valle cuando la joven fue muerta en el acto. Y el indio en la batalla pelea como nunca dejando inerte la daga mortal con que perpetró al indio hiriendo de una muerte tan segura como la muerte de la joven. Cuando en esa batalla murió un indio trascendental arcaico, atípico y con un trasunto de un pasado inmortal cuando logra llegar al centro del valle en el sur del pueblo. La joven sin percatarse del trayecto que posee la daga como tiempo indecoroso, incoloro y siendo un hermoso paisaje no presiente la dirección que toma la daga en dirección hacia el pecho de la joven. Cuando el indio muere en la batalla deja inerte a la daga en el mismo corazón del valle sucumbiendo en un delirio frío y delirante en el que el indio zozobra al indio en un percance mortal. Y la daga mortal del indio quedó inmortal en el mismo centro del valle en el sur del pueblo cuando el indio perpetra la osadía después de ese sol en crepúsculo cuando es verano del ‘68, cuando en el altercado frío se enfrasca en una batalla casi inmortal entre dos indios en el mismo centro del valle muriendo letal y vil en una escena de batalla entre dos indios. Y así muere la joven en el acto y la investigación apunta de que el joven que la acompaña es el principal sospechoso del vil crimen. La gente y la muchedumbre que se encuentran en el valle como testigo del mal suceso atestiguan en contra del joven expresando que el joven se halló en la canoa con la joven durante el momento en que muere la joven y observando que la canoa quedó varada en el mismo centro del valle quedando quieta, inmóvil e inerte en el tiempo con el sol en el costado cegando la visión de la muchedumbre que se hallan en el valle disfrutando de la aventura. Cuando los dos jóvenes embarcan hacia el norte en la canoa se observa un percance entre ambos como una mirada perdida entre los dos. Si la muchedumbre observó todo desde una perspectiva de asombro y de miedo con temor a ser atemorizados por el tiempo y más por la historia del valle con un altercado frío, desnudo e impetuoso cuando ese sol en el verano del ‘68, se vio inmortal como trascendental muriendo como la espada contra la pared, pero, en vez de ser una daga letal para la joven. La joven impetuosa con esa nueva aventura que deseó embarcar con el joven siempre hacia el norte esperando a que se diera la aventura sin ningún pormenor cuando en el trance de la verdad se vio el infortunio llegar en manos de dolor y en el pecho sangrante de pena cuando sintió la daga atravesar su pecho. La joven con el joven no se percatan del momento imperioso como tormentoso como ese sol del verano del ‘68. Es verano del ‘68, con un sol candente, impetuoso, delirante, pero, con un frígido sol en que el sol impera su cometido en dejar caer sus rayos de luz entre la canoa y la sangre de la joven. Cuando ese sol queda desconcertado, pero, tan herido como cegando la vida de la muchedumbre en el valle en el sur del pueblo. Es verano del ‘68, y la historia culmina así quedando impune el dolor, el alma, el corazón, la ansiedad y más el llanto entre aquel valle donde era una aventura ahora queda por zozobrar la espera de que la justicia observe con ojos abiertos al valle donde sucumbió la canoa de la joven y con la sangre seca por ese sol del verano del ‘68. Es verano del ‘68, cuando el tiempo se detiene en la espera en que otros jóvenes no le suceda lo mismo, pero, en el trance de la aventura en ese valle se repite como siempre la historia. Y la historia es mágica como misteriosa y como el misterio en que se vive en el valle al sur del pueblo dejando inerte, inmóvil e inestable la vida de la aventura en el valle. Cuando es verano del ‘68, y es de extrema mala sensación de lo que ocurrió en el centro del valle como batalla de un indio que le enfrasca muerte a otro indio dejando inerte la vida como la daga punzante y letal e invisible en el pecho de la joven. Cuando es verano del ‘68, con un sol radiante iluminado, candente como todos los veranos, pero, en este verano fue frígido y ocular el sol dejando saber de su poder como todo sol. Cuando la historia comienza al cruzar el valle como dos jóvenes a la intemperie de la aventura sin sospechar de la historia vivida en un pasado en ese valle. Es verano del ‘68, cuando el tiempo no caduca si es tan infinito como el mismo pasado en que se vivió como la batalla mortal entre dos indios. Si se vio efímero, trascendental y fugaz como la luz en el mismo sol cuando llegó la canoa con los dos jóvenes al centro del valle y el llanto de la joven quedó por siempre petrificado como la sangre en la canoa de la joven con ese sol candente que resecó su sangre en la canoa dejando su llanto entre aquel valle. Y el llanto de la joven con lágrimas de cristal como las de las cascadas del mismo valle en que quizás hubieran llegado al norte sus ojos hubieran visto la cascada como velo del reflejo del sol zozobrando en ese valle, pero, quedan varados ambos en el centro del valle en el sur del pueblo. Y el hermoso paisaje quedó por siempre entre los ojos, el pecho y la muerte en el acto de la joven y la vida irrumpiendo en un delirio sosegado, imperioso, atormentado e impactando con la daga invisible al pecho de la joven siendo esta una batalla mortal entre dos indios en el mismo centro del valle. Cuando en el tiempo y más en el verano de ‘68, se vio lo inmortal de la muerte de la joven sucumbiendo en un mal percance en que se debate una sola espera por ser la verdadera justicia. Es verano del ‘68, cuando todo es real como ese sol como testigo en que se abrió la luz del sol para dar rayos de luz, pero, resecó la sangre de la joven en la canoa dejando como estela un llanto entre aquel valle. Y es verano del ‘68, cuando la vida, el tiempo es lo máximo en que la batalla del indio queda a la deriva de ese sol siniestro, pero, en el costado del joven sin percatarse de que la joven había muerto. Y la canoa, aún, queda zozobrando a la deriva en el mismo centro del valle esperando en que los ojos del joven puedan observar de que la joven había fallecido, pero, ni aún, se percata de que la joven se halla muerta en la canoa. Cuando, de pronto, escucha el joven un llanto entre aquel valle es que mira hacia atrás y observa el cuerpo de la joven con la daga letal y punzante entre su pecho. Es verano del ‘68, el sol radiante a la espera inesperada de un hecho que no queda impune como fue la batalla del indio contra el indio con una vil venganza. Es verano del ‘68, y la joven deja el llanto entre aquel valle al sur del pueblo y su vida como el sol de ese verano del ‘68.





FIN