Corro y corro, porque es cuestión de supervivencia.
No existe escapatoria, no es cuestión de conciencia.
Repentinamente me entero, de mi triste final.
Me viste de letras, declarando, un hálito posverbal.
Me empujó, por una calleja sin salida.
Implorando, dijo;
…Corre por tu vida.
El sucio suelo me vio pasar…
Cubierto por un manto infernal.
Con vapor envolvente de ultratumba.
Escribiría mi final, en una tumba.
Encontré una salida, era tenebrosa e incierta.
pasando a través de una desahuciada puerta.
Pero su túnica de oscuridad me desconcierta.
El viejo marco, corrompía sus bisagras.
Que aferradas a su marco, se consagran.
Entré de periquete, porque él estaba cerca.
Él me hizo hermoso y endiosado, para ser elogiado,
Con un cuerpo de letras, para ser declamado.
Los que llaman lectores, son mis donantes de boca,
Ellos leen mi alma, cuando se les provoca.
Alguien me ha regalado dos piernas y un par de pies.
Me asegura un punto final, por un lapso después.
¡Por favor, no leas, este triste final!
Porque, al cesar estas letras,
Es mi muerte letal.
Seguiré huyendo, emigrando en la nada.
Replique un final, de un feliz enamorado.
Ella me beso, escuchando mi llamado.
Amándome espiró, fue carnada, del letrado.
Por favor…
No leas más…
Viviré escondido, apartado de él.