Así me viste ayer
con esa mirada
de gineta disecada
y contracultura misógina
hambrienta de prosa,
que versos ya no tiene.
Como una sinalefa,
entre tu pasado y mi futuro incierto,
como un llanto pueril
de loro viejo amedrentado,
desvencijado,
camino con el estómago agrietado.
Entre las tablas plisadas
de tu falda de mujer antigua
profeso tu cuidado,
roto como el carmesí del toro
derramado en su costado,
falto de todo.
Apesadumbrado.
Ahogado de un querer
que no es el tuyo.
Ni el de ambos.
Quizá el de un potro pusilánime
al que azuzan con batutas y ballestas
para que sangre y se conmuevan.
Para mi apenas
ya eres nada.
Un mal sueño.
Un arpegio vanal.
Una primavera frizada.
Un carnaval desafinado.
Una falsa tragedia griega.
Una cariátide sin ser estatua.