Me debo…
al tenaz aliento que se desperdiga cada mañana;
al coraje de no ser solo un suspiro en la inmensidad;
a las noches en vela pensando cómo no ser tu penar;
a la bizarría de esos días que en trascender se obstinan.
Y es que soy…
un manojo de anhelos burbujeantes que no se calman;
complejidades de una memoria persistente e ingrata
que busca reivindicarse en el ocaso del mañana;
atemporal y acomplejada y sin embargo, que persiste.
Simplemente…
Un corazón abierto negado a revestirse de falsedad;
con múltiples heridas, algunas vivas, otras cicatrizadas;
pero siempre, con la esperanza de ser resarcida…
en estado contemplativo, en paz, con salud y serenidad.
Yo soy, sigilosa y confiada, pero con gran temor a vivir;
la emoción se aviva en mi pecho y me hace gritar…
pero me asustan los conglomerados y los espectáculos;
prefiero refugiarme en el silencio de la alborada…
o poderme anegar en una dulce sinfonía…