Condenado
El tribunal entra en sesión
una solitaria jaula de acero
donde lentamente muero,
un veredicto sin apelación
solo mi propia transgresión
entre paredes frías y pálidas
y los demonios dando vueltas
llaman a mi nombre y respondo
sin esperar ningún retorno
para pagar mis penitencias.
Los gritos llenan la habitación
dejándome caer de rodillas
entre cigarrillos y colillas
el único sonido es mi respiración
encadenada a mi cara sin emoción
en la hoguera de mi lúgubre ser
hasta que mi piel comience a arder
yo he de mantener mi cabeza en alto,
sin esconder el amor que llevo dentro
hasta el momento que vaya a perecer.