Esta noche se desvela
por mis venas el poeta,
entre la luna apagada
y el alma llena de pena.
Me invade la oscuridad
como una fragancia buena
que rocío por el cuerpo
con esta pluma serena.
Ay pena! Que ya eres mártir;
mi pena álgida y serena,
pena amarga con desvelos,
pena dulce y traicionera.
Si me pudiera casar
con la luna, si pudiera,
le regalaría un traje
de sentimientos de pena.
Y las nostalgias irían
vestidas de fresca hierba
con romances y amarguras
que mi corazón expresa.
Esta noche me desvelo
y la luna me contesta:
Ven a casarte conmigo
y entre mis brazos te acuestas.