No me interesan las rosas
ni los alfabetos chinos
tan sólo estas cosas
que me consumen por dentro.
Estos enseres que se me van pudriendo,
como cosas vacías, de manos de muertos.
¡Cien mil cantan hoy mismo por las calles
vacías! Cien mil escopetas hoy les daría
para que acallaran las voces solitarias y ajenas-.
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