Josefina Barreto

AQUÍ NO

Aquí nunca llega Navidad

Aquí Santa Claus pasa de largo.

No hay esferas, ni árbol, ni luces de colores,

mucho menos chimeneas dónde colgar

hermosas medias que esperan regalos.

Aquí, nuestro arbolito es de cartón

y sus adornos, vacías botellas de plástico.

Alguna lata vieja rellena de papel

es nuestra chimenea, que ayuda a calentarnos

en las noches de frío, nuestros pies descalzos.

No hay navidad al final del oscuro callejón.

No hay villancicos, ni rojos guantes que rescaten

nuestras heladas manos.

Aquí la magia se estrella en vidrios rotos

La blanca nieve toma el color del barro.

El ruido de sirenas interrumpe nuestra noche de paz.

No hay ningún pavo enorme que espere nuestra cena.

No, aquí no llega Santa Claus;

aquí no se detiene jamás la noche buena.

Tal vez para algunos seremos como duendes

porque sólo pueden vernos muy de vez en cuando.

Aquellos que  sienten temor

cuando nos ven acercarnos

con la casa sucia, la camisa en harapos.

Pedir una moneda o algún trozo de pan,

haciendo malabares quizás en un semáforo.

Limpiando parabrisas, vendiendo hermosos globos

que llevarán sonrisas a niños con más suerte.

Las únicas luces que podemos apreciar

son nuestros ojos brillantes que, deslumbrados,

se agrandan de emoción

frente a algún adornado escaparate.

Contemplando esos regalos y juguetes

que sólo en nuestros sueños nos divierten.

No, aquí nunca llega Navidad,

aquí, Santa Claus siempre pasa de largo.

Para aquellos que vivimos en las calles

sobrevivir tan solo un día más,

ya resulta, en verdad, ser un auténtico milagro.