Corona Prístina, blanca y Herida
de sutil sin Sabor,
llevame al nido de su Dueño
que me niega
desde hace lustros que no amainan
la Alborada de mis Sonrisas
El alba Ceniza se agita en un cielo Perpetuo
y sólo siento el Hueco latido
en mi Boca
de un pozo desnudo que mella aún más
mi alma espesa de Dolor
Buscando la Sin Rima...
Bajo la dicha de la Arena Azul que resbala...
En las Mares y las Barcas de la Ilusión Perdida...
Mis labios desnudos saborean
La materia acrílica y deleznable, que no deseo
Lo sabes, Pablo...
Mi Alma es la savia que
cae en jirones y en Ecos ardientes...
(Yo me desangro,
la Corona anhelada y su dueño, no!)...
(Patricia)