Ed-win

El preso vuelve a su terruño

Años y años cultivando la tierra que no les pertenece,
con la incertidumbre de que algún día los despojen de ellas.
No quieren cultivar su propia tierra,
 sus semillas nunca crecerán pacíficamente en la distancia.
A través de la puerta grande sueñan con regresar a su tierra natal,
no ven ninguna salida, solo hay una que no quieren.
Encerrados en su propia prisión, sin muros ni rejas,
donde el cielo es el techo, donde la tierra es el suelo,
donde los rascacielos son las cuatro paredes.
Los ríos y los mares son las fronteras
que los limitan a cruzar como si fueran barrotes.
Como nunca aprendieron a nadar, solo les queda mirar
el horizonte cada día viviendo en el exilio.
Con la incertidumbre de que cualquier día,
se verán obligados a abordar el barco
que los llevará a un destino sin retorno.