I
Hay un manto de palabras dulces sobre los dos
Cruzan nuestra mente y desempolvan los recuerdos que se acumularon en un atardecer
En pocos días nos separaremos
Las lágrimas de despedida las guardaré en un anochecer
El olor a ciprés trae memorias de dicha
Tus besos la esperanza de poder imaginar un día sin nubes, una noche sin tregua
A la luz de las luciérnagas que emigran desde la habitación abandonada
Leemos juntos el libro que nos enseña como volver a ser niños
Debajo del árbol de Navidad se acumulan los regalos
El fuego que nos quema y hace estragos
Consume el aire que se escapa desde la ventana
No sabemos como evitar el destino
No sabemos buscar la libertad
Encadenados a los ardientes besos que queman la noche
II
Los esqueletos de la ramas de los árboles
Que contrastan con el cielo pálido y vacío
Sus hojas hace tiempo ya, que murieron y cayeron
Las sustituyeron las fantasmagóricas siluetas de la fría y blanca escarcha
El bosque de espíritus invernales vigila la entrada de la montaña
Debes pedirle permiso para seguir en tu viaje
Cada árbol te preguntará por tus anhelos
Cada uno guardará el secreto
Todos mirarán en tu alma
El manto blanco que cubre los deseos
Es como una esperanza de nieve que cubre el bosque
La vida duerme bajo la luz mortecina, que solo ilumina la sombra del recuerdo
El silencio reina sobre el valle que cruzo con mi imaginación
Con Ella busco un espacio para mirar al cielo
Las estrellas y las auroras
Se besan con el bosque mágico
Los espectros de escarcha huyen al vacío
Y nosotros nos unimos en el rito que dicta el otoño
III
La loca apertura del alma
Que se revuelca en charcos de lágrimas de aves y ángeles
Pasa y pasa el tiempo
Pero no afecta el estado de la materia
Quiero derribar el umbral
Quiero que la locura borre la tensión
Y pueda caminar en tu dirección
Y acabar entre el gozo de las sirenas en el mar
Contando ovejas en un sueño
Encontré la que deseas
Con su lana te tejeré un abrigo
De risas y destellos
Para que podamos compartir nuestros sueños