¡Oh meditación que me rompes
el espíritu!
¡Oh divinidad que me rompes
la meditación!
Ahora tengo varias muertes a mi alrededor,
llegan con sus sacos de huesos,
sonriendo
con las cuevas de sus ojos,
mientras bebo mi café
mas oscuro que mi luto.
En la hora desnuda abren su saco,
extraen un hueso y lo encienden
como un cigarrillo;
El humo blanco -como de cal- hace círculos
y en un instante se arrancan
por la ventana.
¡Al fin libres! -Me digo
De pronto el reloj retumba, se levantan
con sus ligeros sacos al hombro,
y con un saludo pasan de largo.
¡Acaso es verdad que la muerte
se anuncia sola!
¡Acaso es verdad, la muerte sabe
cuando es la hora!
No me quieren hoy.
¡Nadie me quiere hoy!
¡Yo amo este dolor!
El infierno es esa verdad que aprendemos
a sufrir hasta la hora última.