Tanta jerga para nada:
molestar...
No ser ya nadie
por el campo paseando
a su animal.
Tu larga ausencia
sin demora me ha llevar
hasta el trance resultante
de este caos emocional.
En mí arde, arde y arde
la hoguera de tu mirada.
No puedo más
con este peso a rastro en el alma.
No puedo más
y, sin embargo, aguanto
la embestida del reloj taciturno.
No soy muy apto
ni tampoco nunca he sido el único;
en nada destacable
mi osadía parece acabarse muy temprano.
A mi ritmo las estatuas
conversación entablan:
yo estoy fuera en otra galaxia
donde se está de fábula
realmente y no hay nada mejorable.
Puedo caer al rincón desde mis entrañas;
yo mismo previne la extinción de mis dudas
y este enigma de vida deshacerse su nudo.
¿No eres tú la que tanto engañas?
La misma que por las avenidas anda ahora pidiendo ayuda
cosa que la indiferencia programada de los transeúntes ejerció de escudo.
Un buen día
he de coger mi arma
y largarme al otro mundo
pero por ahora que siga la fiesta
mientras dure la emoción,
y esos que nos desprecian
no son nadie contra nosotros.
Gira la rueda de la fortuna...
Podrías ser tú.
Nos vigilan a oscuras
los sirvientes del señor Belcebú.
No somos los únicos por aquí
según parece,
digo mientras me río
con la mano al rifle y... ¡Aleluya!
Vieron la luz.
Una palabra más
y podría salirse de la página.
Llegué aquí por caminos
que no indican los mapas
y es todo tan preciso
como un sueño real...
El viento barre
los desperdicios de una noche más.
Las tentaciones del mundo existen
bajo una sábana
y yo no soy tan duro ni tan fuerte
para poder aguantarlo.
Ante el pálido rostro
de la amada me encuentro
y ya así nosotros
acarreamos el muerto...
Cruel sentimiento
que de angustia desbordo
es por obra de todos
los que cobran un sueldo
y si no me transformo
seré por siempre ya
un sinremedio
ahogado en su propio vómito
los viernes de fiesta.
Este ansia de vacío
resiste el fin del ciclo eterno
que es la vida.
Lo sé desde que era un crío
y no perdía el tiempo
en esas riñas.