Vencido sobre roca de insólita esperanza
rodada de la cumbre que el Señor me otorgara
hasta el valle de sombras donde gimen los vientos,
me desplomo extenuado mientras pasa mi vida
naufragando entre inquietos torbellinos del río.
Es el río del tiempo que se lleva mis sueños,
mis momentos de dicha, mis mejores recuerdos;
disipando en sus aguas que otras vidas arrastran,
los honores que quise, mis victorias de nunca,
mis proyectos de arena, y mis conquistas sin rosas.
Solamente una Luz invisible me alumbra
porque me han confinado a un paraje sombrío
las pasiones vacías, los errores absurdos,
las excusas ligeras, los fantasmas del miedo;
y las nieves de Olimpo que en mis manos deshice.
Ya no tengo las fuerzas del verano insolente,
ni me impulsa el aliento de un amor sin pecado,
soy poema sin versos abrazado al silencio
que impasible me horada con sus lanzas de hielo
disolviendo mis brazas sin que muera mi fuego.
Fabio Armando Urrego Valderrama