Santa Claus se llevó la navidad otra vez
y te dejó como marca una carcajada;
tu silencio volteó sus trineos al revés:
para muchos, regalos y para ti, nada,
o mucho, nos mostraste cuán falsa es
su barba y su bondad condicionada.
Él por el cielo y en cárcel tus pies,
quizás ya nadie perezca en su rada.
En tu encierro tienes más libertad
que esos impostores de la felicidad,
enemigos de nuestro despertar
del sueño, más exacto: la pesadilla
que nos pintan en esta buhardilla
para nunca poderte escuchar.