Si Hortensia y la experiencia en la calle sólo le ofreció en la vida un tiempo sin poder salir de la prostitución, sólo le dejó mal vivir, quedó mal herida, maltrecha y desolada y tan abandonada como un objeto sin valor alguno. Hortensia se mira en el espejo y quiso ser como una estrella fugaz queriendo derribar al cielo de ensueño, calor, frío y temor sintiendo en desdén un frío, pero, un insistente temor cuando se posó la estrella en su corazón sin poder debatir una sola espera. Hortensia espera de que la naturaleza de la prostitución acabe con el sexo fuerte dejando al sexo débil sin poder amar porque ella cayó por debilidad en placeres subrepticios cuando se entregó en cuerpo y alma, vida y corazón dejando la vida en la prostitución. Hortensia se mira cada vez en el espejo y lo que ve es lo que siente un altercado con furor, euforia y fuerza en voluntad en querer salir de la maldita prostitución, pero, no puede porque su instinto le dice que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, cuando el silencio sabe más que la propia vida o que la calle no calla lo que debe de callar como la vida sintiendo el coraje cuando en el alma se siente como un dolor mal inconsecuente dejando un estéril corazón amando a cualquier hombre de la calle. Y Hortensia así se siente perezosa, herida, impasible, dolorosa e inestable cuando en el alma tenía una luz opaca y tenue destrozando la alborada por otro día lleno de capricho en vender su cuerpo en la noche donde los hombres la buscan por comprar su sexo complaciendo a su deseo carnal sin saber que Hortensia sólo quiere deshacerse de ellos cumpliendo su promesa de acabar con la maldita prostitución. La vida de Hortensia se vio trastocada, fría, indeleble y terriblemente inocua cuando en el trance perfecto se vio inconsecuente y sin consuelo desnudando al cuerpo, pero, nunca el corazón de un sólo latido enfrascado en el tiempo cuando en su insistente deseo quiso amar también, pero, ese amor no le correspondió. Cuando en el tiempo se debió de vivir en el ocaso viviente de creer en el embate de dar una sola mala salvación, pero, quedó como una órbita atrapando al cuerpo, pero, no al alma. Cuando el alma de Hortensia se desnudó como el tiempo en que se siente como la vida en que más se siente como desapercibida como el mismo tiempo en que se ve la razón perdida como una sola fría sensación. Y Hortensia se siente tan desolada, fría e inestable, cuando en la reyerta de la vida y de una fría prostitución y en su delirio más frío se percibe como el frío más indeleble, pero, atemorizada está Hortensia de la vida que lleva sucumbiendo en un trance delictivo, ilegal y en un espurio camino donde su alma quedó inocua, pero, tan trascendental como poder derribar el ocaso en noche cuando por las noches vende a su cuerpo desnudo el cuerpo, pero, su alma no. Si Hortensia se mira en el espejo, una vez más y se dice que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, que es un dolor como el silencio automatizado de inesperada espera cuando Hortensia recorre a ese camino como por octava vez en busca de un hombre que la pueda ayudar en vez de comprar su sexo porque Hortensia sólo quiere hacer desaparecer a todos ésos hombres que compran a su sexo. Hortensia, harta del amor no le basta lo sucedido con ésos hombres que compran a su cuerpo, su alma, y hasta a ese amor que ella derrama en cada encuentro por amar a cuesta de la prostitución. Porque cuando aparece un hombre en la noche se siente Hortensia como una nube llena de algodón tan débil como perpetrar hacer desaparecer a ésos hombres, los cuales, hacen del amor que Hortensia se halla harta del amor. Y harta del amor quedó Hortensia buscando una manera en solventar su forma de amar y de entregar el cuerpo en las noches donde ésos hombres compran su sexo por complacencia sexual. Y con esas caricias subrepticias de ésos hombres se siente Hortensia como una mujer de la calle esperando que algún hombre siempre compre a su sexo. Cuando en el alma se siente desapercibido como una sola verdad en que la vida se siente como una sola mala insistencia cuando se da la verdad fría. Hortensia siente en cada momento de su vida una insistencia por ésos hombres que compran a su sexo por dinero y ella amando a un sólo hombre, el cual, era imposible para su corazón amar. Hortensia se siente como un boleto sin regreso cuando en el trayecto de la vida de Hortensia quiso ser feliz, pero, su insistente corazón se electrizó en fuerzas y debilidades cuando su sexo era lo más débil en todo su cuerpo. Y como una razón se fue del mundo Hortensia queriendo amarrar el alma en un sólo desafío cuando en el camino sube y baja camina el camino fugaz como esa estrella fugaz del cielo como una sola verdad en que se percibe el alma en un sólo delirio. Y caminando fuertemente, pero, débilmente con su sexo siempre dispuesto a entregar el amor si Hortensia está harta del amor. Si Hortensia mira con ojos desorbitados queriendo atrapar a su cuerpo de un sexo desnudo, sin sentido y sin complacencia autónoma del propio sexo de Hortensia cuando en el afán de ver el cielo como estrella fugaz y como la noche llena de luna llena. Y en el delirio de Hortensia se vio aterrada a enfrentar una sola verdad como la insistencia en creer de que se aferró a la noche desvestida de una calma desesperada de que algún hombre la pudiese ayudar dentro del ocaso llegando, otra vez, la noche para poder vender a su cuerpo. Hortensia se siente como la soledad tan sola como una rosa prendida cuando marchita en el huerto del jardín. Su pobre insistencia se aferró al desconcierto de creer en el embate de dar una sola virtud cerca del tiempo en que corre el mal deseo de ver el cielo con nubes de algodón, pero, grises como la tempestad que se aferra a su destino y más a su camino. Hortensia sólo quiere que ésos hombres se retiren de su vida sucumbiendo en un sólo mal desafío cuando arranca el sexo en la noche harta del amor. Cuando en el combate de creer en que el silencio se entristece como poder ser atrapada como órbita lunar en una luna como estrella, pero, fugaz y sentir que el funesto instante en que Hortensia vende a su cuerpo. Y como un tiempo en que el sexo comprado y deliberado era como un altercado frío haciendo atrapar a ésos hombres en la red del propio sexo de Hortensia, pero, se ve que no es así. Si la vida de Hortensia se evidenció en una camorra como en un mal instante en que se siente la vida caer y como Hortensia dice que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, cuando el silencio aturde como un alarde entre su cobarde sexo y sin poder callar está la calle, pero, la vida sí. Porque en realidad la vida le dio diferentes oportunidades, pero, en la certeza fueron inoportunas y desaprovechadas cuando en su insistente debate quedó como una sola verdad como lo imposible de creer en una noche siempre vendiendo a su propio sexo en complacencia de los hombres. Porque Hortensia se siente como una mojigata entre tanto sexo y entre tantas noches cuando en su afán en doblegar la sinceridad la verdadera tan pura como poder vender a su propio sexo en las noches y se identificó su cuerpo con el sexo del hombres, por los cuales, ella tenía relaciones extramaritales e ilegales con ésos hombres. Cuando la infidelidad, la ilegalidad y el espurio deseo se aferró al trance de una noche en brazos ajenos con caricias subrepticias, las cuales, no fueron abrigo dejando al frío en la piel. Y Hortensia se siente aterrada cuando ella quiere y desea perpetuar lo peor en su existencia. Esa noche, fue solamente esa noche cuando ella decide terminar con cada hombre que la persigue en busca de su sexo. Hortensia en esa fría noche decide reunir a todos ésos hombres en un hotel donde perpetra el siniestro cálido de acabar con el deseo, la ambición, el sexo comprado y con todos ésos hombres de una sola vez. Hortensia decide acabar con ésos hombres, pues, en realidad no quiere ni desea más ser comprada por ésos hombres, los cuales, se aferran al mal instinto en querer sublevar la esencia como poder ser funesta en el instante en que desea terminar con ésos hombres. Ésos hombres compran a Hortensia por envenenar a su propio delirio desafiando a su propio sexo cuando el tiempo apremia. Y Hortensia se dice una vez más que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, y ese silencio le ofreció una vida llena de temores, ansiedades e insistente delirio. Cuando en su afán la vida calla, pero, la calle no. La calle siempre habló de la vida ajena con alardes de verdades inconclusas cuando la calle es esencial, perceptible y real, pero, la verdad la tiene Hortensia en su propia vida. Hortensia se siente depresiva, inestable e insistente con hacer terminar la vida de cada hombre que la compró y que se deleitó con su propio sexo buscando la aternativa correcta de acabar con ésos hombres. La vida de Hortensia se vio inerte, flotando inmóvil entre nubes de algodón viendo el alma floja de espíritu y a su sexo débil de placeres. Hortensia corre en ser como la mujer de la calle cuando ella se dice una vez más que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, y como una amarga ansiedad se derrite su insistencia en terminar con ésos hombres. Hortensia sólo piensa en poder terminar hasta con su propio sexo derribando la forma real de una prostitución y siendo la mujer de la calle perpetró lo peor en esa única noche donde se pasea el dolor, la ansiedad, el placer y las miradas ilícitas e ilegal compra de su propio sexo. Hortensia amando a un hombre, el cual, nunca le correspondió por ser una prostituta de la calle se vio muerta de amor y con un dolor en su pecho. Y Hortensia mirando con ojos malvados hacia ésos hombres, que por el cual, hacen de ella una prostituta de la calle sucumbiendo en un delirio frío y tan álgido como poder querer escapar de ésos hombres. Y Hortensia se vio aterrada al miedo en poder terminar con la vida o con la suerte de éstos hombres que compran a su sexo. A algunos hombres, Hortensia le ofrece una copa envenenada y a otros los duerme con un somnífero letal que los deja muertos entregando la espuria ambición de amar bajo lo ilícito. Cuando los hombres despiertan de ese letargo en que Hortensia les hace brindar con copas envenenadas se siente como tan real, verdadera, suficientemente certera en dar con una flecha en el mismo corazón y ésos hombres al despertar despiertan en la cárcel desnudando su complacencia sexual en un momento de debilidad a muerte segura, mientras que Hortensia, sube y baja el camino como yoyo y harta del amor sube a un alto peñasco en la ciudad desnudando a su alma y a su pecho como al corazón dentro de la noche, si fue únicamente esa noche, esa noche clandestina, sosegada, impaciente, pero, tan placentera cuando Hortensia sube y baja en el camino subiendo al peñasco. En ese peñasco sólo entristeció tanto como poder tomar la soga del Judas y suicidando a su cuerpo, aquél que fornicó con ésos hombres deliberando la forma de atraer la vida, el sexo y más la insistencia de ver al sexo comprado y no amado. Y, Hortensia, se dijo una vez más que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, y supo Hortensia una cosa que nadie supo cuando la vida calla lo que la calle no calla cuando nadie supo que fue ella que encarceló a ésos hombres después de haber comprado su sexo en complacencia sexual dejando inerte, sin sentido y en lo prohibido a su propio sexo interrumpiendo con la gran osadía de que ésos hombres terminan presos. Hortensia sabe una cosa que… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, cuando el silencio es sabio, pero, la vida es más sabia porque el silencio fue de la vida y el corazón de Hortensia cuando calló lo que calla la vida, menos el amor no correspondido de Hortensia cuando ese amor no la amó y fue un grito a voces abiertas sin poder callar y murió en ese peñasco de la ciudad cuando la vida y… -“la calle no calla lo que la vida calla cuando el silencio sabe que es tan sabio”-, y fue Hortensia harta del amor…
FIN