Una filosa luna en octavo creciente se escondió por el este en las primeras horas de esta larga noche, dejando tras de sí un magnífico muestrario de brillantes astros sobre el negro tapete celestial.
Esplendorosa como pocas veces la recuerdo, la osa mayor asomaba por el noreste a primera hora de la noche, con su habitual rotación alrededor de la estrella polar, y a estas horas parece haberse tumbado a descansar casi en el centro de la oscura cúpula.
No hace mucho aún conservaba mi vista de águila, pero desde hace unos años veo algo borroso con el ojo izquierdo y en la actualidad, de la osa menor solo distingo la polar. Tengo que hacerle caso a mi madrina y pedir cita con el oculista. Por no estar habituado a llevar en el cuerpo complementos, más que la ropa necesaria para no pasar frío en invierno y para guardar las formas en verano, me incomodaría enormemente llevar gafas, pero si no lo hago, la pérdida de visión puede ser gradual.
A lo que iba, los planetas perceptibles a simple vista fueron desfilando a lo largo de la madrugada y el último en desaperecer, tras Saturno y Júpiter, ha sido el candente Marte alrededor de 1 hora antes de ponerme a escribir esto.
Me gustan las noches de extremos, bien sea de luna llena, para gozar su explendor, o de luna nueva o casi, como hoy, para gustarme con el brillo del resto de los astros. Las noches de luna media son como un parto sin resolver.
Ha sido este 2022 que expira un año complicado, aunque viniendo de la maldita pandemia, cualquier cosa, siempre y cuando no se trate de una guerra, como la desatada en Ucrania, ya me resulta llevadera, y el tema de la inflación, mientras se tenga trabajo y los precios no alcancen niveles desorbitados, se puede asimilar. Supongo que habrá quien la esté padeciendo más que otros. En mi caso la subida de la electricidad o los tipos de interés no me afectan. En lo que respecta al encarecimiento de la comida o los carburantes sí lo he notado más, pero como no soy de paladar exigente y los carburantes están dando un respiro en los últimos meses, me puedo dar con un canto en los dientes y no me ha supuesto un excesivo impacto.
Y aquí termino que tengo cosas que hacer. Pues eso, que a ver si el 2023 transcurre sin grandes sobresaltos y tenemos un año normalito, sin pandemias, que cesen las hostilidades en Ucrania, y como tampoco tengo demasiada esperanza en que se desinfle la inflación, al menos que no sigan subiendo los precios y como se suele decir por aquí: virgencica, que me quede como estoy.