Soneto a la sangre
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Al nacer ya te viste confinada
y a llevar todo el peso de la vida ;
¡oh!, sangre de mi sangre, sin salida
circulas, tarde, noche y madrugada,
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por oscuros canales , obligada
a seguir la rutina establecida;
¡oh!, sangre de mi sangre envejecida,
corriente de vigor apasionada,
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sin duda soy la cárcel, sin embargo,
doy gracias, pues por ello sigo activo
y a la vez condenado y a tu cargo.
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Agradecido estoy y con motivo
si presa estas, mi sangre, mi letargo,
lejos está también de este ser vivo.
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Fotografía y poema Ramón Bonachí.