En el alma dormitan, de quimeras, violines
que esperan la palabra: ¡Levántense y vuelen!
y busquen los espacios en donde siempre rielen
de hermosos desvaríos, magníficos maitines.
Con timbres melodiosos, y claros cual clarines,
sus arcos de ilusiones, con gran fervor cincelen;
poniéndole a sus sueños delirios que dintelen,
de fuego y de lujuria sus plácidos jardines.
¡Que vibren en sus almas, de Ovidio sus lecciones,
y ofrezcan en sus cultos la luz del gran ardor;
que llena con sus flamas amantes corazones
que brillan con el rayo, de eximio resplandor;
llevando en sus fulgores las tórridas pasiones
que traen los placeres divinos del amor!
Autor: Aníbal Rodríguez.