Volveré entre los prados a correr como un niño
cuando escuche las voces del silencio en mi espíritu…
Buscaré una mirada que me acoja en su seno
y me abrace con fuerza, con la fuerza del viento…
Arrancaré los males de mi cuerpo en el tiempo
y con firmeza unánime comandaré mi ejército:
una voz mantenida sin quebranto en su avance,
extendiéndose lírica hacia el sol de poniente,
la voz de la poesía, inconformista y limpia
como el llanto de un niño, tan pulcro como arcano…
Y con tantas premisas entre mis manos blancas
descifraré las causas, los sentidos, las metas,
y esperaré paciente el discurrir del tiempo…