Matias 01

Aquella niña...

Que será de aquella niña de mirada ansiosa

y alborotadas manos,

solía corretear entre los sembríos de maíz,

y con sus descalzos pies

trepaba los árboles de moras e higos blancos;

De rostro suave, color del trigo, hermosa

con su cabello al aire,

viva y enmarañada,

alborotaba a las mariposas y las flores

en primavera;

Sonreía con todo su cuerpo, 

como sonríe la vida,

como seguramente sonríe Dios

y endulzaba el aire con el lleno de sus ojos;

 

Traía siempre piedritas de colores a mi puerta

y alguna que otra fruta.

Me miraba en silencio y yo a ella,

era nuestra forma de saludarnos,

nunca hablábamos más de tres o cuatro frases.

Nos sentábamos en silencio mirando el horizonte

sangriento de nuestras vidas

y a los pájaros volar hacia lo lejos.

A sus nueve o diez años

llevaba la sabiduría del silencio.

 

En las tardes regresaba del colegio,

muchas veces alegre y otras triste,

descubriendo cosas,

haciendo de la vida un rostro

y de la soledad una lágrima;

A veces me encontraba mirando el cielo

y me preguntaba que buscaba allá arriba.

Al sentirme triste, me decía:

¡Los amores caídos se van siempre para arriba!

¡Se los lleva Dios cuando esta triste!

Nunca supe de donde le venía esa sabiduría

Nunca supe a donde se fue.

De repente este día me doy cuenta

cuanta falta me hace

su transparente ingenuidad.