No. No seré yo, vida mía, quien te pone triste.
Mi amor está lleno de alegría, de alegría de tenerte.
Cuando te enredas a mi cuerpo como una enramada de pasiones
Hay cánticos gloriosos que entonan tu nombre en mi corazón.
Si hoy estás triste, mi reina, mas quisiera yo recibir tus penas
Para darte a cambio un sol de optimismo, de felicidad.
Acércate a mi, mamacita linda, aquí están mis brazos
Son tuyos mis besos y mi alma entera.
Ven, cariño mío, juntemos andando florecillas nuevas,
Hagamos un nido en la rama enhiesta de nuestro existir.
Se que no soy yo quien te pone triste, pero por si acaso
Me hago la pregunta de la cena aquella: ¿Seré yo? Señor.