Over Mendoza

Oscuridad

Podría pulir la proa

Ensamblar el cielo y regar las plantas

Arreglar nueva York y el desastre en mi cuarto

Partir las poleas que sirven de ascensor para las perlas vígamas del centro de la tierra

Subir en tiburones blancos por un arcoiris a escala de grises que guía su senda hasta una hoya de oro perdido

O un ataúd de de gusanos podridos

Podría escribir algo que te guste aunque no lo entiendas

 

Podría ser yo, o Yo mismo o alguien más 

Podría articular cada palabra labrada por mi garganta hosca y errumbrosa

Hacer unir vocales y consonantes

Parir el milagro de un sonido con sentido en el viento cortejado, amortajado por mis glándulas salivantes

Separar los dientes, sibilantes.

Unir la lengua prófuga al paladar sosteniendo mi verdad, o una mentira propiamente dicha desde mi enterisima voluntad.

 

Podría, oh, amor mío

Qué más quisiera yo que romper este cerebro y construir un motor de procesamiento a base de flores y agua cristalina y cristales tan brillantes que parecieran albergar algo de luz dentro, como un mundo utópico, el canto de un dios/ave. Una estrella prima que aligera el peso de su carga quemándola mientras consume su ser, su otredad, su centro. Todo, mientras el halo resplandeciente que vaga por la noche oscura se deja absorber por ésta, que absorbe su voz, su sed, todo. Pareciera un manto eterno, oscuro, y a su merced, la estrella se hace más opaca conforme más lento vaga

 

Quisiera admitir que me equivoco, que no encuentro la manera de apremiar mi brillantez, que la sangre de mis enemigos no es suficiente para saciar a mí dios, que los hombres que detesto son tan idiotas como yo, que los hombres que admiro son tan idiotas como cualquier otro, que todo aquello cuanto quisiera es lo mismo que no tener nada, que estar en un despacho hasta los 70 y los dientes podridos y cirrosis antes de las canas son infiernos parecidos, quisiera mirar a Dios y explicarle que el paraíso no tiene sentido y que no está muy dentro de nuestra condición humana. Sentarme con él una tarde de invierno tardío y pedirle perdón

 

>>Disculpame por no salvarte, por inventarte y fallarle a tu causa. En el fondo, no tenemos la culpa, y todos estos, mis hermanos seres, te lo agradecen.

 

Podría cambiar el mundo, acabar las guerras, hacer un criadero de hadas, pagar el seguro, orientar un sótano debajo de mi sótano, aunque no tenga uno... Podría volverme un asesino, comprar helado, salvar la ciudad.

Pero

Un guerrero con las causas perdidas es lo mismo que la noche que se roba la estrella, o, mejor dicho, es lo mismo que la estrella sin luz. 

 

Solo quiero exhalar con disposición para dormir, recibir la noche dentro de mis ojos y que la oscuridad del sueño brille lentamente sobre un estanque verde moho, y que se haga la noche, aunque la pereza me sostenga y no quiera ni moverme para huir de ella; que se haga la noche, aunque afuera apenas sea haga el día.