I
Las huellas quedaron en la arena
El amor que se fundió mil veces en la cama
Respira dentro del corazón y de la razón
Traemos caracoles con nosotros
En sus conchas no se escucha el mar
Se oyen nuestras voces pidiendo más tiempo para amarnos
Al regreso jugamos divertidos
Nos besamos cada vez que veíamos un carro color rojo
No hubo necesidad de contarlos
Por poco hacemos el amor
Esa profunda mirada es trampa segura para mi debilidad
Hogar seguro para la pasión
No hay otro lugar ni otra dimensión
Con suavidad le acaricié el cabello
Mientras que ardía el deseo
¿Cuántas veces lo he dicho ya?
Las que sea necesaria y aún más
Porque los días se acaban
Las oportunidades se pierden
La alegría se confunde en la inexperiencia de la juventud
Y termina extraviada en la tormenta de emociones
II
El río se mueve a través del hielo
Desde la casa en lo alto
Sentado junto a Ella, sentados en la alfombra
El reflejo del abrazo en la ventana
El río da muchas curvas
Como han dado nuestras vidas
En algún momento nos movimos con los rápidos
Y en otros nos quedamos varados en la orilla
Desde esta casa los recuerdos se ven desde la perspectiva de los años
Ya hemos pasado juntos mucho tiempo
Algunas heridas nos dejaron cicatrices
Pero solo Ella las entiende
Solo yo sé lo que le están doliendo
Por eso busco abrazarla
Es mi manera de hacerle saber
Que entiendo lo que se cansó tratando de nadar contracorriente
Yo nadé así mucho tiempo en el río de mi vida
Mi cuerpo cansado no encontró reposo
A la deriva y sin rumbo intenté mantenerme a flote
Y un día lluvioso encontré un hermoso bote
Desde ahí me diste tu mano con cariño para sacarme del agua
Pude respirar desde ese día, cuando inició el viaje contigo
III
La escalera en espiral sube hasta el campanario
Cuento los escalones al subir despacio
Desde la torre miro la ciudad que se extiende hasta el horizonte
Tierra incógnita de desconocido nombre
La gente mira hacia lo alto
Pero no me reconocen
Mi hombro quema por la herencia
Y el aire que sopla desde la lejanía
Lo congela al ritmo de los caballos que cabalgan en mi pecho
Han sido cuarenta y cinco escalones
Los primeros fueron fáciles
Pero los últimos desafiantes
Varias veces tuve que parar y respirar
Solo una cosa queda pendiente
Hacer sonar las campanas
Admirar su sonido estridente
Volar al siguiente destino
Y no mirar atrás