Raúl Bonilla

Diciembre 14

I

Las huellas quedaron en la arena 

El amor que se fundió mil veces en la cama 

Respira dentro del corazón y de la razón 

Traemos caracoles con nosotros 

En sus conchas no se escucha el mar 

Se oyen nuestras voces pidiendo más tiempo para amarnos 

 

Al regreso jugamos divertidos 

Nos besamos cada vez que veíamos un carro color rojo

No hubo necesidad de contarlos 

Por poco hacemos el amor 

Esa profunda mirada es trampa segura para mi debilidad 

Hogar seguro para la pasión 

No hay otro lugar ni otra dimensión 

 

Con suavidad le acaricié el cabello 

Mientras que ardía el deseo 

¿Cuántas veces lo he dicho ya? 

Las que sea necesaria y aún más 

Porque los días se acaban 

Las oportunidades se pierden 

La alegría se confunde en la inexperiencia de la juventud 

Y termina extraviada en la tormenta de emociones 

 

II 

El río se mueve a través del hielo

Desde la casa en lo alto 

Sentado junto a Ella, sentados en la alfombra 

El reflejo del abrazo en la ventana 

 

El río da muchas curvas 

Como han dado nuestras vidas 

En algún momento nos movimos con los rápidos 

Y en otros nos quedamos varados en la orilla 

Desde esta casa los recuerdos se ven desde la perspectiva de los años 

 

Ya hemos pasado juntos mucho tiempo 

Algunas heridas nos dejaron cicatrices

Pero solo Ella las entiende 

Solo yo sé lo que le están doliendo 

Por eso busco abrazarla 

Es mi manera de hacerle saber

Que entiendo lo que se cansó tratando de nadar contracorriente 

 

Yo nadé así mucho tiempo en el río de mi vida 

Mi cuerpo cansado no encontró reposo 

A la deriva y sin rumbo intenté mantenerme a flote

Y un día lluvioso encontré un hermoso bote

Desde ahí me diste tu mano con cariño para sacarme del agua

Pude respirar desde ese día, cuando inició el viaje contigo 

 

III 

La escalera en espiral sube hasta el campanario 

Cuento los escalones al subir despacio 

Desde la torre miro la ciudad que se extiende hasta el horizonte 

Tierra incógnita de desconocido nombre 

 

La gente mira hacia lo alto 

Pero no me reconocen 

Mi hombro quema por la herencia 

Y el aire que sopla desde la lejanía 

Lo congela al ritmo de los caballos que cabalgan en mi pecho 

 

Han sido cuarenta y cinco escalones 

Los primeros fueron fáciles 

Pero los últimos desafiantes 

Varias veces tuve que parar y respirar 

 

Solo una cosa queda pendiente 

Hacer sonar las campanas

Admirar su sonido estridente 

Volar al siguiente destino 

Y no mirar atrás