Puedo ver las marcas de derrapes y cristales rotos en esa curva peligrosa
- lisa y pulida en la sensualidad de tus pasos -
que a más de uno engañaron para pisar a fondo en la recta reina del circuito de tu cuerpo.
Pasaron por el interior de la chicane y marcaron vuelta rápida, pero no ganaron la carrera de tu amor; quizás la de un suspiro acompasado.
La prisa se amonesta, y el descontrol termina por sacar a pista el coche escoba.
Pocos saben que en lo abrupto de los giros de tus lóbulos y preciosas cordilleras, tus orejas, es donde se juega la copa, de ahí que la zona de frenada de emergencia discurra cuesta abajo por tu cuello, donde el aroma hace que uno quiera parar su bólido, y llenar el tanque para otra y mil vueltas más en esa arteria tan vital y que tanto me llena de contrariedad...
Por querer llegar cuanto antes
pero evitando tocar esa chicane.