Tiene el decir, que no siente
y siente como se desgrana
atravesando corazones, piensa
en la mucha creencia humana.
Su amor no riega los valles
donde se cultivan esperanzas
que vuelan en el deseo
agrietando las enseñanzas.
La barca en lontananza
sobre un estéril riachuelo
anclada como balanza
ondea sus velas al suelo.
Y va quedando la sombra
de su deseo más grande
sobre un amor furtivo
que se escribe y no se espande.
Es la voz enorme del trueno
que revienta en la montaña
donde se escucha el llanto
de la noche a la mañana.