Estacionadas bajo la niebla
se deslizan las ruedas azules,
serpenteando, ateridas,
entre los carriles argentinos
que bordean las ondulaciones
comprimidas en el camino.
Ráfagas furtivas
resbalan suavemente, lúcidas,
sobre las placas rectangulares,
desprotegidas y cautelosas
por la helada pendiente.