Sí tan sólo la esperanza se durmiera a mi lado
que al despertar la encontrara a mí acurrucada,
dispuesta a romper mis miedos y mis murallas
a desdeñar las horas inconclusas acumuladas.
Sí tan sólo la ilusión se anidara en mis umbrales
de tal forma que sintiera su esencia y no mis males,
incrustando en mi mente nuevas metas e ideales,
derribando a los gigantes que me niegan el avance.
Sí tan sólo los sueños me mostraran lo imposible,
la grandeza real que contiene un corazón afable,
sin llevarme a los lugares crasos de muertos valles,
donde mi ser muchas veces se despertó sin aire.
Sí tan sólo la fe se volcara en realidades y certezas,
evitando truncadas creencias de aquellos dioses,
yo sería un ser feliz, un ser sin aldabas y sin poses,
sin temores, sin tristezas y sobre todo, un humano.
Andrés Romo
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