Pablo240

Canción de Navidad

Llena de estrellas estuvo

la noche de Belén

pero una sola luz era

la que se vio arder.

 

Proveyó el ángel a María

de cuna, animales y amor

porque en la pobreza nace el hombre,

así también el Señor.

 

No fue en cuna de oro

donde nació este rey

que vino a curar al mundo

con sus manos y sus pies.

 

Una señal en el cielo 

más brillante que todas.

Tres magos oyeron el destino

confiando en que sería la hora.

 

En su largo andar llevaron

regalos al sonriente niño:

oro, mirra e incienso

símbolos del hombre divino.

 

María llevó en su vientre

el destino de los hombres

esperando de su palabra

que la paz y el amor broten.

 

Este niño que vino

en el silencio y la pobreza

quiso Dios que hiciera a los hombres

dignos de su grandeza.

Con los años crecería

a los hombres vería a los ojos,

les diría a su corazón

amense unos a otros.

 

Allá lejos, en Belén

un nuevo Dios ha nacido.

Tiene voz y manos de obrero

y entrega su corazón de niño.

 

El salvador de los pueblos

no trajo la fuerza del hierro

ni la furia de la espada

ni la justicia del fuego.

 

Vino a entregar sus llagas,

su sonrisa de ángel, sus manos de amigo,

su palabra de sabio, su amor de hermano,

su juicio piadoso, su perdón divino.

 

La familia más rica

contra todos los linajes

no tuvo más que un establo

pobres prendas y animales

 

pero algo más grande llevaban

en el seno de su amor.

Algo más grande que el mundo,

y al que el mundo un día

escucharía su voz.