Como una fuente de luz inagotable
Bruma celestial donde desaparecen las congojas
la nube donde posar el pie y soñar despierto
Elíxir que mana en torrente fresco
Es, proclaman los dichosos
La zarza que arde en llamas sin consumirse
Quienes se bañan en sus aguas
E irradian energía desconocida por sus poros
Sin origen, porque siempre es y ha estado, dicen
Dichosos son y tan pocos quienes llegan a descubrirlo
Es guía en noches tenebrosas
Es el plasma, la onda, un color o un sonido
Llega sin saber de donde
Atravesando la agonía con paso cristalino, luminoso
Y al ser desfallecido ordena: “levántate y anda”
Las manos torpes, usureras y egoístas
Reblandecen y tiemblan ansiosas de caricias
Los labios apretados en muecas amargas
Dibujan furtivos una sonrisa
Unos ojos cansados de abrirse y sopesar
Hartos de los caprichos y las formas
Se abren asombrados ante las fisuras
Que una realidad mayor a la suya
Rasgó por todas partes
Ahora miran admirados más que lo evidente
son los pinceles del enorme lienzo
que alguien puso en el caballete
Hay tiempo, ese no termina
dice en su latido el corazón