Una noche de diciembre
la ciudad llena de luces
por la llegada de la Navidad,
la gente camina por sus calles.
Los niños gritan y saltan
mientras se escucha el timbre
del tío vivo y los villancicos.
De la plaza sale un olor a churros
que se extiende por todas las calles
de una de esas calles
viene la chica de mis sueños
acompañada de su famosa sonrisa
y esos ojos bellos.
Resalta como una estrella
en el firmamento.
Me quedo embobado
porque me tiene embrujado.
Le cojo la mano y la beso,
haciéndose un solemne silencio
pareciendo un desierto
donde solo estábamos tú y yo.
Sentía como estabas de puntillas,
Además de tus manos y tus caricias.
Notaba como nuestras lenguas
jugaban al pilla pilla.
Corto, pero a la vez intenso,
me quedo mirando
fijamente ese rostro
esculpido en mármol blanco.