Son las estrellas que miran el firmamento,
pero también te ven a ti,
hilvanando sabiamente acciones
en esos meses que se cuentan en docenas.
Son ellas, las fulgurantes estrellas
las que aprecian el inmarcesible infinito celestial,
pero también aprecian tu nobleza
que a cada paso deja luz.
Te distingues no sólo por tu bondad,
sino que también por tu forma de ser,
de hablar, de reír, incluso de suspirar.
Tu grandeza no se mide por los años
sino por lo inmenso de tu corazón.
Un espíritu como el tuyo,
no nace en lo espontaneo,
se fragua por un fuego lento,
que forja tanto a las espadas heroicas
como a tu diáfano ser.
Y cada instante,
en esos días por venir,
las auroras festejan tu aliento
porque en los pasos que das
las fuerzas se redoblan
en un año de esperanza
que renace con amor.
Así que feliz año nuevo en este nuevo amanecer.