Vine a ver las formas oblicuas
y ni una sola estrella, el diapasón
oculto de las cosas, en su apariencia
de gigante.
Vine a tomar tragos de tequila duro
y fuerte, y a embeberme de raíces cotidianas
y maleza.
Vine a saciarme de espíritus latentes,
a abandonarme sobre viejos y oxidados columpios,
y a morirme de mucha muerte.
De mucha tristeza y nostalgia tengo el corazón
endurecido, de rabia inocente y pura, llevo
el alma encendida, porque
me fui sin ver la vida-.
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