Hay telarañas
que impiden, a los ojos,
ver bien la vida.
Y es en las almas,
con pasos vacilantes,
donde se acusa.
Pero recuerda
lo bello de las telas
y las arañas.
Quizás, tras ellas,
se escondan unos labios
con sus sonrisas.
También las manos
con dedos invisibles
que te acarician.
De todas formas,
metáforas aparte,
abre los ojos.
Y es que la vista
se place y se recrea
con espejismos.
Forma castillos
y cuentos para niños
a los mayores.
Y roba nubes,
la luna y las estrellas
a los poetas.
Hay telarañas,
te dicen y sonríes,
hasta en tus ojos.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/12/22